La masacre de Tarragona
Los terribles sucesos del pasado día 2 de noviembre en la Sociedad Protectora de Tarragona en donde cortaron las patas delanteras de 15 perros durante la noche, en un recinto carente de las mínimas condiciones para albergar aquellos animales, han puesto de manifiesto, una vez más, la precaria situación en que se encuentran, en su mayoría, las sociedades protectoras de animales españolas faltas de la suficiente ayuda monetaria y profesionalidad de quienes las rigen, imposible de suplir a pesar de la más buena voluntad que se le dedique. Es lamentable que una función social como es la protección y defensa de los animales, continúe ignorada por las administraciones locales, que mientras gastan importantes cantidades de dinero en otros menesteres, olvidan este capítulo en sus presupuestos.
El día 2 de noviembre de 2001 no fue un día cualquiera para los protectores y defensores de los animales en España. La prensa, esta vez unánimemente, anunciaba una noticia terrible: quince perros, ¡pobres perros!, los más desprotegidos, aquellos que terminan en una perrera o en una protectora después de pasar un calvario, abandonados, perdidos o dejados a su suerte por desalmados, eran cruelmente martirizados por sádicos peligrosos, antisociales y de mentes malsanas, que sacándolos de uno a uno del lúgubre lugar en donde les tocaba estar, junto a un olivo próximo, les cortaron las patas delanteras. Perros anónimos, perros sumisos, perros buenos. Como todos ellos. Hombres malos, retorcidos, sádicos. ¡Cuanta injusticia!. La protectora de Tarragona ubicada en un lugar tétrico, fuera de su término municipal, el colindante de Reus, en donde se acumulan toda clase de desperdicios, allí, en un cobertizo habilitado, estaban espe-rando otra oportunidad, una adopción, una familia sensible que los acogiese. Algo que pocas veces llega.
Uno tras otro, hasta quince, fueron torturados de nanera tan cruel. La mayoría murieron desangrados y los que quedaban cuando llegaron sus cuidadores aún íovían la cola, sumisos, para saludarlos. Todos fueron sacrificados. ¿Se habría podido hacer un esfuerzo ira rescatar algún superviviente? Un hecho de tal envergadura habría movilizado a una nación entera. Lo hemos visto en ocasiones por mucho menos y hay sobrados ejemplos. Aquí, en España, el sacrificio, muchas veces, es la rápida solución final a la que estamos acostumbrados, pero los supervivientes habrían encontrado, de inmediato, un adoptor y un inmenso cariño para el resto de sus vidas. El público se enteró porque la ocasión era noticiable, pero con escasas reacciones populares. Y cuando decimos escasas, queremos aclarar que mínimas comparables por poner un ejemplo, si hubiese ocurrido en Inglaterra, EE.UU., o Alemania, magnificado por la amplitud de medios que se hubiesen movilizado.
EL CASO ESPAÑOL
¿Qué ocurre en España con los animales? ¿Por qué esta falta de sensibilidad? Indiscutiblemente, la sociedad española está avanzando. Pero tan lentamente que hace que la labor del movimiento animalista, ya sea en su vertiente proteccionista o de bienestar en general, no logre alcanzar las cotas deseables que, con el tiempo, sería de esperar. La razón principal la debemos achacar a la existencia de las corridas de toros: en un país en donde todo un Congreso de los Diputados, sus señorías pierden el tiempo y la dignidad, para dictar una ley que analiza pormenorizadamente el cómo, cuándo y dónde hay que martirizar a los animales -los toros-, da la tónica de cómo puede ir todo lo que respecta a estos.
Con nuestra entrada en la Unión Europea, a la que españa, poco a poco, se va sintiendo más integrada y cómoda, y la transposición de sus Directivas, existe ya ahora, una creciente voluntad de que hay que respetar a los animales. Esa integración hará que, por osmósis, impregne todo el conjunto europeo, ahora una nueva moneda unitaria, y sea, sin duda, un lsivo que enfrentará actitudes y situaciones que, rizadas, se rechazan en la actualidad mutuamente. ¡en este sentido, hay que ser optimistas, pero es desolador en cuanto a muchas realidades actuales. Las autonomías, con Cataluña al frente por antiguedad en su primera ley de protección y defensa del 1988, intentan afrontar el tema con tímidas leyes competenciales, que suelen no pasar del perro y gato, todavía hoy existen cuatro autonomías que hacen oídos sordos al establecimiento de cualquier regulación. al respecto. El sutil manto de los toros y las bárbaras fiestas popularescas con animales lo empaña todo. El tema animal de compañía que nos ocupa, o sea el perro y el gato, quienes desde miles de años han decidido, -una pobre decisión- unir sus vidas al ser humano, es cercano al ciudadano. Es el más fácil, al que los medios de comunicación se hallan más favorables, pues los mismos medios, tampoco están demasiado interesados en adquirir conocimientos sobre otras temáticas estranguladas por los grandes intereses económicos: animales para el consumo humano, experimentación, biogenética, xenotraspantes etc. Por esta razón este suceso ha adquirido cierta notoriedad. Cuando se promovió una profunda renovación del Código Penal español, pues antes ni tan sólo se mentaba, en un desafortunado articulo, el 632, se tipifica como falta la crueldad cometida públicamente con animales. Y esta falta es sustitutiva por una multa; una cantidad que puede resultar ridícula según el agravio cometido. Las leyes autonómicas pueden valorar hasta 15.000 euros la multa, siempre que se sea solvente para poder liquidarla, escapatoria utilizada en las peleas de perros en las que se utilizan hombres de paja con cero euros en el bolsillo. En otros países los hechos de Tarragona hubiesen llevado, caso que se descubriese, a los culpables, de inmediato, a la cárcel. Y ya no digamos si intervienen agentes de la RSPCA británica con amplios poderes policíacos al respecto.
LOS AYUNTAMIENTOS
La Sociedad Protectora de los Animales de Tarragona, desde hacía mucho tiempo, estaba en contactos con el Ayuntamiento en solicitud de un emplazamiento digno. El consistorio, sin definirse, aplazaba sine die la resolución y toleraba que la SPA estuviese, primero situada en otro municipio y segundo en un lugar próximo a un vertedero, en una nave adaptada y absolutamente inapropiada, por capacidad y concepto, para albergar a unos animales, que quiérase o no, son de Tarragona. La actuación del consistorio tarragonés, y su alcalde muy especialmente, no es nueva en España, pero cuando la noticia, escandalosa, aparece en la prensa el consistorio se apresura a encontrar un nuevo emplazamiento y soluciones. Hasta aparece un artículo, con la firma del alcalde (diario El Mundo) haciéndose eco de lo sucedido.
En este desinterés concurren la mayoría de los ayuntamientos. El de Lleida (Cataluña) muestra la misma insensibilidad. Si algún día el gobierno central se decide, por fin, a redactar una ley marco de mínimos de protección y defensa de los animales, si las comunidades autónomas redactan leyes a este respecto, y si los ayuntamientos y sus alcaldes, la mayoría de ellos desconocen lo legislado y después no muestran el mínimo interés por el bienestar de los animales, no lograremos, jamás, avanzar para mejorar la situación de los animales de compañía en España. Es en este último eslabón, los ayuntamientos, donde se deben implementar y llevar a la práctica todo lo legislado o que se pueda legislar. Aquí es en donde falla, por ahora, todo el sistema. No se tienen en cuenta las solicitudes de las protectoras. Si, por fin, reciben alguna subvención es mínima y más propia de una limosna que del mantenimiento de un servicio social y unas instalaciones dignas que dignifican, a su vez, al propio municipio. Y no digamos de la ubicación de un refugio, blanco de: todas las quejas de sus alrededores aduciendo ruidos, pulgas, malos olores y suciedad. Aunque, en principio, estén ubicados en el extrarradio, con la expansión de la población ya son un foco de protestas, algunas de ellas, casi siempre interesadas y sedientas de edificabilidad. Entretanto, los municipios gastan cantidades ingentes de euros en tantas otras cosas, sin incluir en sus presupuestos esta partida, por olvido, falta de vocación o mala gestión de los mismos protectores.
LAS PROTECTORAS
El panorama de las protectoras en España es desolador. Si en la población en general se nota un creciente interés por el respeto y en algunos casos amor por los animales, las protectoras continúan ancladas en la rutina del pasado. Existen honrosas excepciones pero la tónica general es la de un grupo de personas, la mayoría mujeres de buenísima voluntad y extremo sacrificio, que las lleva, a veces, a la perdida de su fortuna y salud; que son incapaces, de salir, de abrir ventanas, de ver lo que ocurre a su alrededor y encerradas en la cotidiana obligación de cuidar primariamente a sus acogidos, dejan que pase el tiempo, los meses y los años en una situación que no tiene ni salida ni final, mortificadas a veces en luchas intestinas que no conducen a nada, acusándose mutuamente por mala gestión monetaria y que en la mayoría de los casos resultan miserablemente, incapaces para gestionar. Quienes, en su día, empezaron este trabajo por amor a los animales, después se ven abocadas a tener e matar a los acogidos que dicen proteger. Todo ante la desvergonzada prepotencia de los municicipios que a través de una mísera subvención o convenios las transforman en ejecutoras de sus defendidos; : esto debe producir cierto sarcasmo en las administraciones locales, hundiéndolas más en una espiral sin salida.
Hoy en día los refugios españoles, por lo general, están en una situación tercermundista impropios de un país que quiere tener presencia en la Unión Europea. Llevar una protectora correctamente implica profesionalidad y la necesidad de disponer de personal contratado y con todos los requisitos laborales. El voluntariado es una grata ayuda siempre que se contemple como un complemento, pero no se puede confiar en él, pues las circunstancias cambiantes entre la juventud, en una época de afianzamiento y busca de oportunidades, hace que no pueda basarse en su contribución desinteresada, el futuro del refugio.
Una protectora debe ser la implementación de los acuerdos de una Junta Directiva de una entidad legalmente reconocida de acuerdo con lar ley de Asociaciones, ya sea estatal como comunitaria si existe. Ante todo cumplir escrupulosamente con lo legislado: acuerdos de junta, convocatoria de las asambleas, estado de cuentas y presupuestos para el próximo ejercicio. Cargos democráticamente elegidos: presidencia, secretaria, tesorería y vocalías. Pero la democracia empieza con la aceptación de la variabilidad del cargo si se da el caso, no la perpetuación ni el personalísimo. Lo importante es el fin, es el bienestar de los animales. Si una protectora está bien gestionada y profesionalizada todo lo demás se logrará. Primero es necesario disponer de unas instalaciones dignas y amplias en una ubicación con garantías para un cierto plazo de tiempo, a fin de asegurar la inversión a realizar. Esto presupone la firma de los protocolos necesarios con la administración local y la titulación de núcleo zoológico con la administración autonómica. El diseño del proyecto debe aportar nuevas ideas alejadas de lo que ya conocemos ofreciendo al visitante, que es quien habrá de adoptar a sus residentes, un lugar limpio y agradable con unas oficinas bien distribuidas en donde pueda ser atendido con comodidad, incorporar los sistemas actuales en materia de seguridad apoyados por la presencia de un vigilante, o residente, en el mismo recinto. Son pocos en España los refugios que disponen de este servicio. Ello conlleva los robos, desapariciones o fugas de animales tan normales como la sorpresa de comprobar cuántos perros han dejado atados a la entrada durante la noche.
Respecto a los animales acogidos, ante todo es necesario un cuerpo veterinario fijo, no una vez a la semana o cuando al veterinario le venga a bien acercarse, que disponga del espacio e instrumental adecuado. Zona de cuarentena, para más adelante, desparasitados y controlados, que puedan pasar a jaulas de mayor tamaño limitadas en número de animales, con separación de sexos, y clasificación por tamaños. Y amplios espacios para poder correr de vez en cuando. El funcionamiento de la oficina es muy importante; sin un eficiente soporte informático es imposible trabajar para llevar las fichas de cada animal, las entradas y salidas, el seguimiento de los adoptantes, la identificación de los animales y posible localización para trabajar en red, una web en donde aparezcan perros y gatos para adoptar y el intercambio constante de rmación entre otras protectoras nacionales e internacionales. La gestión del refugio precisa, ante todo de personal fijo preferentemente con conocimentos en manipulación de animales de compañía, y un director/a eficiente que conozca la legislación y ordenanzas locales, que se responsabilice y que role al personal a su cargo. Deben ser los miembros de la Junta Directiva de la asociación quienes, de la desinteresada y voluntaria, harán todas las gestiones de marketing, contactos con la administración, acción de recursos, dar a conocer el refugio y sus idades, publicidad, días de visita, etc. Esta es la condición de la Junta, pues cuando se quiere estar en s partes no se está en ninguna y si además se cae rutina del refugio, siempre agobiante, se olvida, imposibilita, el poder llevar a cabo otras funciones que tienen que resultar primordiales para su a marcha.
Es posible que todo lo anterior parezca, como metas inalcanzables. España no tiene que continuar siendo así con los animales y quienes los defendemos debemos, de forma profesional, exigir ante las administraciones con vehemencia pero con razonamientos, e ir, de una vez por todas, en busca de un nuevo horizonte.
UN AYUNTAMIENTO EJEMPLAR
El pleno del Ayuntamiento de San Fernando de Henares (Madrid) en sesión extraordinaria (05-12-2001) acordó, por unanimidad, una moción presentada por el Concejal de Sanidad, Consumo y Medio Ambiente, Joaquín Martínez, en la que, exponiendo pormenorizadamente lo sucedido en la SPA de Tarragona, solicitaba la tipificación como delito en el Código Penal de los actos de crueldad cometidos con los animales, mencionaba al activista inglés recientemente fallecido por huelga de hambre Barry Horme, fomentaba el apadrinamiento, pedía una mayor cooperación con los centros de acogida, inspeccionar todos los recintos que tengan animales, prohibir el tiro al pichón, los carruseles de ponys y controlar el adiestramiento de perros por particulares que puedan aumentar su agresividad.
Por otra parte solicita la moción al gobierno de la Comunidad Autónoma de Madrid, CAM, a revisar su ley de protección animal actualizándola, e informar de estos acuerdos a otros estamentos de la nación. Todo un cúmulo de decisiones y propuestas modélicas dentro de una política animalista avanzada. Sin duda merecen, y seguro que recibirán, el beneplácito y felicitación de amplios sectores de la población.
Ong ADDA -Enero/Junio 2002
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